Que emoción es descubrir un pequeño espacio en donde el tiempo se detiene, en donde al cerrar los ojos se conserva la armonía y los sueños se prolongan hasta que la luna nocturna abandona su huerto delicado, cuyo origen celeste nos mantiene ligeros. Aquella luz que es capaz de transformarnos en lo que el ser humano es o debería ser como metáforas del deseo y la libertad.